En las vacaciones era la nena más feliz del mundo. No porque me fuera a la playa, o a las montañas, o a algún país desconocido. Esperaba todo el año que terminen las clases y no porque estuviera cansada de las tareas. Cuando terminaban, sabía que iba a pasar unos días a la casa donde hablaba con el gato, jugaba a la detective y me escondía de mis hermanos, donde después de dormir la siesta con vos tomábamos la merienda todos juntos.
Si bien hoy ya no hablo con el gato (supongamos), no juego más a la detective (pero sigo teniendo misterios que resolver) y con mis hermanos hablamos de cosas de “gente grande” (aunque cuando estamos los tres juntos nos hacemos burla como si tuviésemos 5, 13 y 17) cada vez que estoy en tu casa, siento esa misma felicidad que sentía de nena, esa sensación linda de la casa de la Omi.
Mi abuela. La más linda del mundo. La que siempre tiene una palabra sabia e indicada para decirte. La que te hace el dulce de frutas con todo el amor que te puedas imaginar, para que tengas un desayuno más rico. La que siempre se come la mitad de su porción de torta o el alfajor para que tengas un pedacito más que comer vos. La que siempre defiende al nieto que pierde en la pelea de almohadas. Esa abuela dulce en la que siempre encontras la caricia reconfortante que necesitas.
Quiero que sepas que TE AMO como a pocas personas, que sos uno de los pilares de mi vida, y que cada vez que te abrazo mi alma se llena de fuerzas. Gracias por llenarme de esos abrazos, besos, caricias, retos, charlas, chistes, comidas, amor de abuela. Sos la mujer más linda del mundo, MUY pero muy felices 79 añitos, y por otros 79 más.
Te amo MUCHO!
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