No podía dormir sin Pepe, mi osito de peluche. Me gustaba que llueva porque podía hacer muñecos de barro. Le robaba sábanas a mi mamá y me las ponía en la espalda, pretendiendo volverme una heroína: "Supersol, por el bien de la humanidad" era mi eslogan. Nunca me gustaron los circos. Ponía a mi gata anaranjada en un carrito de bebés y la paseaba por todo el barrio diciendo que era mi hija (y pensaba que todos lo creían). Cortaba flores, las mezclaba con azucar y detergente, y salía a la vereda a vender perfumes.
[Todo niño sensible sabrá de lo que estamos hablando]
No hay comentarios:
Publicar un comentario